Cayo Mario, político y militar romano
protagonista clave en los acontecimientos que formaron parte de la convulsa
historia de finales de la
República, inventó lo que podemos denominar jubilación. Logró
promulgar una legislación que otorgaba una serie de beneficios a los soldados
que dejaban de servir al ejército. A los 45 años, después de 20 años de
servicio, los militares que terminaban el servicio recibían por un lado una
pensión de su general y, por otro lado, una porción de tierra en alguna zona
conquistada a la que podían retirarse.
En muchas ocasiones se fundaron ciudades para asentar a los veteranos jubilados: Emérita Augusta (fundada por Octavio Augusto al licenciar a las legiones V y X), Itálica (fundada por Escipión para los soldados heridos en la batalla de Ilipa).
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